Tras la segunda guerra mundial creció
y se potenció el consumo de medicamentos. Los cuerpos enferman, sí,
y las farmacéuticas dan becas para robar las patentes de las nuevas
mentes frescas. Nos creemos existir del otro lado de esa industria,
pero no: somos consumidoras y por lo tanto formamos parte de ese
ciclo alimenticio de poder y capital. Nuestros cuerpos reciben
química paliativa y nos acostumbramos a que sea así. Mi cuerpo
tiene taras que no son permitidas en un cuerpo productor. Para
subsanar estas taras y pasar la ITV de cuerpo válido me medico.
Me medican.
Mi cuerpo se
defiende y se ataca a sí mismo, como venganza ante tanto
ibuprofenoparoxetinaparacetamolamoxicilinaalprazolamsertralinafluoxetinadiazepánomeprazolbromacepán...
Mi cuerpo ataca a su
propio sistema nervioso y veo doble, me mareo, no puedo caminar
porque no consigo mantener el equilibrio. Me ingresan en un hospital.
Me convierto en otro producto. Todas las mañanas un médico distinto
entra en mi habitación sin llamar y hace las mismas preguntas que el
del día anterior. Nunca viene solo, lo acompañan dos estudiantes.
Soy una cobaya. Un objeto de estudio.
Me examinan, me tocan, me
fotografían.
Soy una paciente marioneta.
Me pinchan, introducen mi
cuerpo en máquinas de ruido ensordecedor.
Me diagnostican, medican y
me mandan para mi casa con mi "certificado de sistema válido para la producción"
Sigo mi vida añadiendo corticosteroides a mi
sopa química.
Pero ¿cómo considerar como
enfermedad, algo que forma parte de mi propio organismo?
Al no generar mi cerebro la suficiente cantidad de serotonina, todos los días ingiero vía oral 200
miligramos de hidrocloruro de sertralina, un inhibidor selectivo de la recaptación de la serotonina.
Si me mareo o me sube la
fiebre voy al hospital y me enchufan a una vía donde inyectan
esteroides en mi torrente sanguíneo. Salgo como una moto. Al día
siguiente me duele la piel del cuello. Luego los músculos y después
el dolor se irradia al resto del cuerpo. Daños colaterales.
Si no pervierto mi cuerpo con esas
moléculas, este deja de ser un productor óptimo para el sistema del
capital. Si tengo un trabajo y tengo un episodio depresivo y no
produzco, el sistema me devuelve a las listas del paro. Si no ingiero
sertralina aparecen los mareos y vértigos discapacitadores. Si sufro
un brote autoinmunne y no produzco, el sistema me revierte de nuevo a
esas listas.
Soy, un cuerpo tachado de discapacitado invisible, parcheado con prótesis químicas.
Soy un cuerpo mutante.
Un cuerpo malo.
Un cuerpo gulag.