domingo, 13 de mayo de 2018

Cuerpos productores, maquinaria social engrasada.





Tras la segunda guerra mundial creció y se potenció el consumo de medicamentos. Los cuerpos enferman, sí, y las farmacéuticas dan becas para robar las patentes de las nuevas mentes frescas. Nos creemos existir del otro lado de esa industria, pero no: somos consumidoras y por lo tanto formamos parte de ese ciclo alimenticio de poder y capital. Nuestros cuerpos reciben química paliativa y nos acostumbramos a que sea así. Mi cuerpo tiene taras que no son permitidas en un cuerpo productor. Para subsanar estas taras y pasar la ITV de cuerpo válido me medico. 
Me medican.  
Mi cuerpo se defiende y se ataca a sí mismo, como venganza ante tanto
ibuprofenoparoxetinaparacetamolamoxicilinaalprazolamsertralinafluoxetinadiazepánomeprazolbromacepán...
Mi cuerpo ataca a su propio sistema nervioso y veo doble, me mareo, no puedo caminar porque no consigo mantener el equilibrio. Me ingresan en un hospital. Me convierto en otro producto. Todas las mañanas un médico distinto entra en mi habitación sin llamar y hace las mismas preguntas que el del día anterior. Nunca viene solo, lo acompañan dos estudiantes. 
Soy una cobaya. Un objeto de estudio. 
Me examinan, me tocan, me fotografían. 
Soy una paciente marioneta. 
Me pinchan, introducen mi cuerpo en máquinas de ruido ensordecedor. 
Me diagnostican, medican y me mandan para mi casa con mi "certificado de sistema válido para la producción" 
Sigo mi vida añadiendo corticosteroides a mi sopa química.
Pero ¿cómo considerar como enfermedad, algo que forma parte de mi propio organismo? 
Al no generar mi cerebro la suficiente cantidad de serotonina, todos los días ingiero vía oral 200 miligramos de hidrocloruro de sertralina, un inhibidor selectivo de la recaptación de la serotonina. 
Si me mareo o me sube la fiebre voy al hospital y me enchufan a una vía donde inyectan esteroides en mi torrente sanguíneo. Salgo como una moto. Al día siguiente me duele la piel del cuello. Luego los músculos y después el dolor se irradia al resto del cuerpo. Daños colaterales.
Si no pervierto mi cuerpo con esas moléculas, este deja de ser un productor óptimo para el sistema del capital. Si tengo un trabajo y tengo un episodio depresivo y no produzco, el sistema me devuelve a las listas del paro. Si no ingiero sertralina aparecen los mareos y vértigos discapacitadores. Si sufro un brote autoinmunne y no produzco, el sistema me revierte de nuevo a esas listas.  
Soy, un cuerpo tachado de discapacitado invisible, parcheado con prótesis químicas.
Soy un cuerpo mutante. 
Un cuerpo malo. 
Un cuerpo gulag.


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